Aquí parece que no hay nadie, o casi nadie, y aun así la sensación es como si cientos de miradas vigilaran desde las ventanas. “¿Es de usted ese coche blanco? Yo le recomiendo que se vayan porque las motos ya los tienen identificados”, alerta un hombre en medio de lo que son ruinas, baldío y lo que parecen nuevos cascarones para vivienda. Los tres al mismo tiempo.