La generación de la inteligencia artificial avanza en un entorno de expectativas crecientes, por un lado, y de escepticismo, por el otro. Mientras, puede advertirse un apocamiento de la inteligencia política, aquella que revuelve idealmente sobre las cuestiones asociadas con el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente. Esas condiciones no se limitan a lo económico; se extienden a los derechos individuales –civiles y sociales–, a la integridad y seguridad de las personas y al espacio irrenunciable en el que se contiene y limita al poder político y se desenvuelve la libertad.